Según cuenta la historia, el tal rinoceronte, conocido con el nombre de Ganda, fue un regalo para Alfonso de Alburquerque, entonces gobernador de la India portuguesa, quien no supo muy bien que hacer con el animal. Así decidió finalmente regalárselo al Rey Manuel I. Esto sucedía a finales del año 1514, año en el que comenzó la construcción de la Torre de Belém.
El rinoceronte no llegaría a Portugal hasta el año siguiente y su llegada supuso todo un alboroto entre la población, realizándose numerosas fiestas en su honor. Hay que tener en cuenta que no se veía tal ejemplar en Europa desde el siglo III antes de Cristo.
Su fama iba en aumento y traspasaba las fronteras portuguesas hasta el punto de querer presentar a Ganda en Roma, antes el entonces Papa León X. Desgraciadamente en este viaje una tempestad acabó con la vida del rinoceronte camino a Italia.
Ahora, uno de los trocitos de piedra de la Torre de Belém recuerda al extraordinario Ganda con el paso de los años.
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